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Historia de la Hacienda Atalaya Alta

La Hacienda Atalaya Alta, situada en el término municipal de Carmona, tiene su origen en 1619 cuando Don Pedro de Hoyos y Doña Apolonia Barba decidieron fundar un patronato destinado a casar a doncellas pobres y establecer un colegio de la Compañía de Jesús. Entre los bienes donados a los jesuitas se encontraba la heredad San Juan Bautista de la Atalaya, que incluía 260 aranzadas de olivos, una torre de viga, molinos de aceite, almacenes y una bodega con capacidad para más de 3.200 arrobas de aceite.

La Compañía de Jesús se encargó de gestionar y ampliar la hacienda, realizando importantes inversiones para su desarrollo. En 1622 construyeron una capilla dedicada a San Juan, que fue decorada al fresco y enriquecida con un retablo años después. También se habilitó una huerta con árboles frutales, viviendas para los trabajadores del campo, y se añadieron un granero, un pajar, un lagar y una bodega de vino.

En 1653, la hacienda amplió su capacidad productiva con la construcción de un segundo molino de aceite y, en 1683, se instaló una noria conectada a un pozo y a la huerta, asegurando el riego continuo. A finales del siglo XVII, se realizaron mejoras significativas, como la construcción de un edificio con planta alta destinada a granero y planta baja con cocina, despensa y caballerizas, además de un nuevo refectorio para los trabajadores.

En 1706, se rodeó toda la huerta con un muro tapial, aún conservado, y los olivos de este sector fueron reemplazados por árboles frutales para el sustento del colegio. En 1711, se instaló una atahona para moler trigo, equipada con dos piedras de moler a sangre, y se construyó un palomar con capacidad para más de 150 parejas de palomas.

La Hacienda Atalaya Alta siguió siendo objeto de cuidado y mejora por parte de los jesuitas hasta su expulsión en 1767. Durante este periodo, se adquirieron tierras colindantes, se renovaron los olivos y la arboleda, y se cuidó el ganado. Tras la confiscación de los bienes de la Compañía de Jesús por parte del gobierno, la hacienda fue vendida a manos privadas en la década siguiente, marcando el fin de su vinculación con la orden religiosa.

La rica historia de la Hacienda Atalaya Alta refleja siglos de trabajo, innovación agrícola y compromiso con el entorno, consolidándola como un importante legado histórico y cultural de la región.